viernes, 26 de abril de 2013

La vida exige valentía



La vida exige pocas condiciones para gozarla plenamente. Una es la valentía. No se puede vivir con miedo. Quien vive con miedo, no está vivo realmente. Es un muerto caminante. Uno no nace cuando sale de la madre, sino cuando te das cuenta que estás vivo. Sabias palabras de Facundo Cabral. La vida es riesgo constante. Es lanzarte al vacío. Todo riesgo conlleva cierta incertidumbre, cierta duda, es normal, pero hay que asumirlo.

Puede que lleve algún tiempo para que comiences a vivir la vida con plenitud una vez asumes la valentía. La vida tiene millones de regalos para ti, pero antes comprueba que realmente los mereces. Es como si estuvieses parado frente a la entrada de un bosque, el bosque de la vida. Una vez te animas a entrar, al instante no todo parece hermoso. Puede que haya un poco de oscuridad, sombras  y el ambiente sea confuso. Pero si mantienes tu camino firme, sin vacilar, aunque sientas miedo, con toda seguridad llegarás al maravilloso río, rodeado de hermosos árboles y flores. Esa belleza, con todas sus virtudes, te las ganaste por mantener el camino pese a que al principio había oscuridad.

Piensa esto ¿Eres feliz en tu trabajo? ¿Eres feliz con tu pareja? ¿Eres feliz haciendo lo que haces? ¿Siendo como eres? Llegó el momento de cambiar, de ser y hacer lo que realmente quieres hacer. Es normal  que sientas dudas. Pero créelo, vale la pena asumir el riesgo. La recompensa de la valentía es nada menos que la vida.

Debes realizar profundos cambios en tu vida para lograr la felicidad. Algunos cambios son dolorosos, porque trae el nacimiento de nuevas costumbres, y los nacimientos a veces son dolorosos. Como el parto, que duele pero trae la vida.

Dentro de ti está la respuesta. Tú sabes lo que quieres hacer, quién quieres ser. Lo sabes, pero te da miedo aceptarlo porque  reconoces que para llegar a ese punto necesitas hacer muchos y radicales cambios en tu vida y te da miedo. Y es normal que sientas miedo. Es normal. Y no te preocupes por ello. En esta vida está permitido caerte, pero no quedarte en el suelo. Levántate y anda!! Hazlo!  Vale la pena. Luego disfrutarás de la maravillosa recompensa de la vida.

Si no te gusta tu actual trabajo, renuncia. Si no estás feliz con tu pareja, sigue tu camino. No puedes hacerte cargo de nadie. Solo debes hacerte cargo de ti mismo. Es la misión que te puso Dios. No lo defraudes a él. Pero más importante, no te defraudes a ti mismo.
Lo que debas hacer, hazlo en este momento. No pierdas un segundo. En este preciso momento puedes comenzar de nuevo. Yo lo estoy haciendo y vale la pena. Nada como seguir a tu sueño. La felicidad que se siente es total. Y lo que debes hacer no te dejará en paz hasta que lo hagas. Entonces, evítate perder el tiempo y actúa ya! La vida es aquí y ahora!

lunes, 22 de abril de 2013

No sigas a nadie

No soy fanático de nada ni de nadie. Me gustan las cosas. Punto. No me entrego al rebaño. Me gusta como soy y por eso no tengo que estar siguiendo ni imitando a nadie. No me interesa con quién se besa la vecina, cómo se viste Laura, lo que hablan los demás. Si no hablan conmigo no me importa.

Si la conversación no es conmigo, no participo. Vivo y dejo vivir. Tengo muchas cosas realmente importantes es mi vida como para andar pendiente de tantas pendejadas. Me rompen las bolas los chismosos. Aunque debemos tener consideración con ellos, porque no tienen nada interesante en su propia vida, por eso están tan pendientes de los demás.
La farándula es asquerosa. Frívola, vana, vacía. Qué me importa si Diosa y Kelvim están juntos o se separaron? De qué forma eso afecta a mi vida?

Pero los medios de comunicación, que hacen todo para vender, te meten la noticia por todos lados y te enteras, aunque no quieras. Una buena solución podría ser no prestar más atención a los medios, que tampoco te pierdes de mucho. La gran mayoría de la información que te dan no te sirve de nada, sino para llenarte de estrés y preocuparte.


Qué me importa la boda de la princesa? Millones de personas en el mundo están pendientes del vestido, de la ceremonia. Como si fueran parte de este evento, cuando los verdaderos y únicos protagonistas son los novios. Nadie más. Pero, repito, cuando no tienes nada importante en tu vida para dedicarle atención, se lo das a los demás.
Esos pendejos que se saben todos los nombres de todos los artistas que existen y lo dicen con gran orgullo. Pena deberían sentir!!


Y si no tienes nada importante en tu vida, es por culpa de ti mismo. Tienes la capacidad de llevar la vida que quieres, sólo debes seguir a tu sueño con valentía y hacer lo que dicte tu corazón. La vida es para los valientes!!

No sigas al rebaño, que repite y repite. Síguete solo a ti, al sabio que llevas dentro, que sabe lo que quiere. Eso no quiere decir que no admires a nadie, pero preserva tu personalidad. Eres tan importante como esa persona que admiras. El fanatismo solo nos lleva a la irracionalidad.


Existes dos grupos: los seguidores y los seguidos. Decide el grupo al que quieres pertenecer.

martes, 16 de abril de 2013

El sueño de Ramón

Ramón quería ser actor. Desde pequeño fue su sueño. Cuando veía las películas se emocionaba, imaginando cuando fuera él quien saliera en pantalla. Siempre supo que ese era su sueño porque lo sentía, incluso cuando era muy pequeño para darle sentido a esa intensa y extraña sensación.
Aunque el sueño de ser actor era muy fuerte, jamás se lo había comentado a su familia.

No lo había hecho por miedo, por temor a las reacciones. Su padre siempre quiso que fuera ingeniero, como él. Se lo decía siempre. El deseo de su madre era que estudiara alguna carrera universitaria, la que quisiera, pero que estudiara. Quería verlo con toga y birrete. El pequeño Ramón escuchaba a sus padres pero jamás le emocionó la idea de tener un trabajo convencional, dentro de una oficina, con aire acondicionado, horario establecido, y con un salario todos los 15 y 30 del mes.

Ramón se imaginaba más libre. Dueño de su tiempo y que cuando tuviera algún compromiso, fuera para hacer lo que amaba: actuar. Amaba la libertad. Era apenas un niño de 10 años, pero ya intuía cómo quería llevar su vida. A los 12 años Ramón reunió valor y le dijo a su madre que quería entrar a una escuela de actuación. La madre –sorprendida- le comentó a su esposo, quien se alarmó con la noticia y de inmediato fue a hablar con su hijo.

Le dijo: “Ramón ¿Cómo es eso que quieres ser actor? ¡De dónde salió esa locura!”
Ramón sabía que su madre le iba a comentar a papá. Estaba preparado, o eso creía. La seriedad en el rostro de su padre lo atemorizó y no le respondió con sinceridad.
“Solo quería hacer algo distinto. Solo eso. No tienen que ser clases de actuación, puede ser otra cosa”.

Su padre se calmó un poco ante la respuesta y le soltó. “Si de eso se trata, entonces vamos a inscribirte en un deporte. Fútbol, beisbol, básquet. Elige tú”.
Se acabó la conversación. El padre se fue y Ramón respiró. Pero el pequeño no se sentía bien. Esperar tanto tiempo para reunir el valor y después echar todo abajo, por falta de coraje, pensó. Se sintió mal esa noche pero no hizo nada y el tiempo pasó. No practicó ningún deporte y tampoco se inscribió en la academia de actuación.

Cada cuanto su padre, para despejar cualquier duda en la mente del muchacho, le hablaba mal de los actores y de todo el mundo artístico. Que eran drogadictos, que el trabajo no era estable, que muchos actores terminaban manejando un taxi por falta de empleo, que eran homosexuales, que muy pocos tienen éxito.

Ramón sabía que eso no era cierto. Que como en todo trabajo algunas personas tenían más éxito que otras, pero eso dependía del empeño de cada quien.

Pero por miedo a la reacción de su padre y de su madre, jamás volvió a tocar el tema de la actuación. Ramón creció con esa frustración, pero con la esperanza de que algún día sería actor.
Estudió el bachillerato y llegó el tiempo de ir a la universidad. No le disgustaba estudiar, pues era un joven curioso. Pero no le quitaba el sueño sacar una carrera. Él solo quería tener un libreto en la mano y escuchar esa palabra mágica: ¡acción! No quería pensar tanto. Prefería sentir. Sabía que el secreto estaba en seguir al corazón.

Pero no hizo nada al respecto y comenzó a estudiar Ingeniería Civil. Aunque no olvidaba su sueño de ser actor, comenzó a pensar que era demasiado tarde para empezar. Además, escuchar tantos discursos de su padre en contra del mundo artístico había golpeado la ilusión del niño, habían adormecido el sueño. Él lo permitió, sin darse cuenta.

Pasaron los años y Ramón nunca se atrevió a seguir el sueño. Se convirtió en todo un ingeniero. Un señor ingeniero. Ganó mucho dinero, viajó por el mundo, y en cada ciudad que visitaba asistía al cine o al teatro.

“No era para mí. No debía ser actor”, se intentaba consolar a diario, en medio de una profunda tristeza.


Ramón envejeció. Tenía 87 años cuando le tocó despedirse, enfermo, rodeado de su numerosa familia. Los reunió a todos: sus tres hijos, esposa, su hermana menor, nietros, primos y amigos. “Les voy a confesar algo. Quiero decirlo antes de irme. Toda mi vida tuve un sueño, un sueño que nunca cumplí. Desde niño quise ser actor, pero jamás me atreví. No me atreví por miedo, por miedo a lo que pensaran los demás. Hoy ese miedo se fue, ese miedo con el que viví cada día, al fin me abandonó. Pero ya no tiene sentido. Mi tiempo pasó. No hagan ustedes lo mismo. Sigan a su sueño, atrévanse. Tienen la posibilidad de ser felices o no. De ustedes depende”.
 
 
 
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Esta historia es simple, común, tal y como ocurre por millones en el mundo y desde siempre.
 
 

Ramón eres tú, soy yo, es cualquiera. Todos tenemos sueños, que generalmente lo intuimos en la infancia, esa etapa inocente donde trabaja más el corazón que la razón. Ese sueño es una pista de la misión que vienes a cumplir en esta vida, por algo Dios la pone en tu corazón. Pero llevarla a cabo depende de ti, solamente. Puedes hacer como Ramón, que se privó por los demás y llevó una vida infeliz, que no es vida. O puedes atreverte, tomar tu vida por los cachos con valentía y cumplir tu sueño. 
 
El miedo es tu peor enemigo. Por el temor el mundo se privó de un gran actor y Ramón cargó con una terrible frustración hasta el día de su muerte ¿Tiene sentido eso? ¿Existe alguna razón válida para no asumir el riesgo? No. La vida es aquí y ahora. El camino lo decides tú. Nadie más. Los chinos decían: la vida es hambre o festín, tú eliges. Anímate a seguir tu sueño, a vivir como siempre lo quisiste.

Esa emoción que sientes en el pecho cuando piensas en tu sueño, es la confirmación de que hay un camino maravilloso que te está esperando. Sal a la cancha a jugar tu partido, no te quedes en la tribuna. No vivas la vida de los demás. Vive la tuya. Qué importa lo que piensen los demás!!

Son solo palabras, no tienen ningún peso en ti. Tu alma es sabia y sabe lo que quieres. No pienses mucho. Solo siéntelo..Tú sabes lo que quieres, lo que te hace feliz. El miedo no existe, lo crea nuestra mente, que está cargada de mucha basura. Solo debes botar la basura y reeducarte con la buena información.

Tendrás la vida que quieras, la que sueñas, siempre y cuando te atrevas. Si sigues a tu sueño, lo tomas y no lo sueltas, el éxito está garantizado. No existe el fracaso para quien sigue a su sueño y lucha por él. Recuerda que nunca te arrepentirás de lo que hiciste, pero siempre te lamentarás por lo que dejaste de hacer. Esto no es habladera de paja. Es la vida misma, real. Yo me atreví a dejar mi trabajo de oficina por seguir a mi sueño. Dejé la comodidad, el salario de 15 y último. Y no me iba a mal.

De hecho me iba bien. Pero no era feliz. Antes de hacerlo, antes de irme, sentí miedo, como cualquiera. Pero el problema no es sentir miedo, porque somos seres humanos y es normal, la clave es si lo afrontas o te dejas vencer. Crees que el miedo es un monstruo enorme y resulta que no existe, es una invención de tu mal educado cerebro. Pero ese cerebro lo controlar tú. Vamos!! Toma el control de tu vida. Atrévete! Pero hazlo pronto, recuerda que quien no se atreve a vivir como piensa, termina pensado como vive.

El mundo te está esperando. La vida es para los valientes y quienes no se atreven, pagan para ver a los valientes. Quedarte en la tribuna o saltar a la cancha. Vivir o morir en vida, como lo hizo Ramón. La felicidad no está en el dinero, está en seguir a tu sueño, en cumplir con la misión para la que estás aquí. En cumplir tu propósito en este mundo. No te defraudes a ti mismo. Cuando te atreves, te liberas y eres feliz. Y cuando estás en la felicidad de tu camino, incluso llegas a contagiar a los demás. Deja de poner excusas. Sigue a tu corazón antes de que intervenga la cabeza, decía Facundo Cabral. Sigue a tu sueño, ahí está la felicidad. A partir de ahora decide hacerle frente al miedo y concéntrate en tu nueva vida.

Yo te estoy esperando, el mundo también. No prives al mundo de un gran actor, no prives al mundo de un hombre feliz. Aprovecha este momento para tomar la decisión y comenzar de nuevo. Ahora mismo. No pierdas un segundo. Decide ahora mismo ser feliz, porque la felicidad es una decisión.